Dr. Hideyo Noguchi, División Internacional de Salud, 1918.

Historia de la investigación biomédica en América Latina

Por: Juan Carlos Aguas Ortiz, Ph. D.
(Ciencia, Historia y Sociedad)

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Dr. Hideyo Noguchi (1876 – 1928)

Dr. Hideyo Noguchi
Imagen de los Archivos de la Fundación Rockefeller, N.Y.

Orígenes y mano afectada: Nacido en Fukushima (Japón), Noguchi sufrió un grave accidente a los 1,5 años al caer en un hogar de leña, lo que le provocó quemaduras severas y deformidad en la mano izquierda. Tras tres operaciones reconstructivas recibió entrenamiento médico y desarrolló una profunda pasión por la bacteriología .

Trayectoria académica: Se graduó en medicina en Tokio (1898), emigró a EE.UU. en 1900, trabajó en el Instituto Rockefeller desde 1904, y fue reconocido por sus estudios sobre sifilis, serología, venenos de serpiente y la confirmación del agente de la sífilis .

Participación en Guayaquil (1918): En junio de ese año, la Fundación Rockefeller envió a Noguchi a Ecuador para investigar la fiebre amarilla. En menos de nueve días aisló una bacteria, Leptospira icteroides, proponiendo un “suero-vacuna” experimental que, aunque inicialmente redujo, en apariencia, la mortalidad, luego se comprobó que no actuaba sobre el agente real viral .

La teoría viral de Walter Reed (1900 y 1901, liderando la Comisión del Ejército de EE. UU) y la bacteriana de Hideyo Noguchi (1918, Instituto Rockefeller para la Investigación Médica) representan dos enfoques distintos sobre la fiebre amarilla. Reed propuso, desde 1900, que el virus se transmitía por mosquitos, adelantándose a su tiempo pese a no poder observar el agente. Noguchi, en cambio, insistió en un origen bacteriano visible en laboratorio. Aunque su hipótesis fue incorrecta, impulsó la investigación biomédica en América Latina. El tiempo dio la razón a Reed, pero ambos encarnan fases cruciales de la ciencia médica: la observación empírica frente a la experimentación de campo.

Ensayo humano y bioética: Las pruebas realizadas en humanos carecieron del consentimiento plenamente informado que los estándares éticos actuales exigen, desarrollándose bajo un enfoque experimental de ensayo y error común en aquella época. Entre los casos más documentados destacan el de Asunción Arias y varios soldados (serranos) del Ejército ecuatoriano, quienes, al ser susceptibles por no poseer inmunidad natural contra la fiebre amarilla, participaron con consentimiento no informado, en estos experimentos. Estos episodios constituyen algunos de los primeros registros de experimentación biomédica no informada en Ecuador.

Reconocimientos en Ecuador durante la época de Hideyo Noguchi:

  • En 1919, el presidente Alfredo Baquerizo Moreno le otorgó el título honorario de Coronel de Sanidad y Cirujano Mayor del Ejército Ecuatoriano, en reconocimiento a su labor durante la epidemia de fiebre amarilla en Guayaquil.
  • Ese mismo año, la Universidad de Guayaquil le concedió un Doctorado Honoris Causa por sus importantes contribuciones científicas y médicas.

Legado y muerte: Si bien su teoría bacteriana sobre la fiebre amarilla se demostró errónea tras confirmarse su origen viral, los esfuerzos de Hideyo Noguchi abrieron camino a futuras investigaciones. En 1937, Max Theiler desarrolló la vacuna 17D en el Instituto Rockefeller, lo que marcó un hito definitivo en la lucha contra la enfermedad. Aunque Noguchi no vivió para ver este avance —pues murió en Accra (Ghana) en 1928, contagiado durante su trabajo sobre la misma enfermedad—, su labor pionera inspiró nuevas líneas serológicas y merece reconocimiento dentro de la historia científica.

Figura 1: Imagen del Dr. Hideyo Noguchi y su labor con la Fundación Rockefeller durante 1918.

Introducción

La historia de la investigación biomédica en América Latina ha sido influenciada por factores tanto internos como externos. Durante la primera mitad del siglo XX, la investigación biomédica en la región se centró en gran medida en el estudio y la erradicación de enfermedades tropicales, debido a su importancia en la política exterior de los Estados Unidos para Latinoamérica. La Fundación Rockefeller, una organización filantrópica estadounidense, desempeñó un papel crucial en la investigación de enfermedades tropicales en América Latina. A través de su División Internacional de Salud, la fundación brindó apoyo financiero y técnico a diferentes países latinoamericanos.

Si bien la investigación biomédica en América Latina ha avanzado significativamente desde entonces, sigue siendo importante analizar el impacto de la intervención extranjera en la investigación y la salud pública en la región. Por lo tanto, se plantean preguntas fundamentales como: ¿De qué manera influyó la intervención extranjera en la investigación biomédica y la salud pública en América Latina? y ¿Cuáles son las implicaciones actuales de esta intervención en la región?

Desarollo

Es importante destacar que, aunque la investigación biomédica y la influencia de la Fundación Rockefeller en América Latina han sido ampliamente estudiadas, aún hay casos particulares que no han sido suficientemente explorados, como es el caso de Guayaquil, Ecuador (1918). El estudio de este caso específico permitiría entender de manera más holística las actividades de la filantropía norteamericana en la investigación y el control de enfermedades tropicales en la región.

En 1918, cuando la Fundación Rockefeller llegó a Ecuador para ayudar al gobierno a combatir la fiebre amarilla que asolaba Guayaquil, el puerto estaba en una situación crítica que afectaba tanto los intereses económicos del país como los de Estados Unidos: en ese momento sobre la construcción de un Canal Interoceánico en la Zona del Canal de Panamá.

La Fundación se presentó como una organización filantrópica que buscaba ayudar al país de manera desinteresada, pero su ayuda trajo consigo una campaña de control de enfermedades de doble rasero. Aunque la ayuda se enfocó en ambas direcciones para la erradicación de la fiebre amarilla, el primer esfuerzo se desarrolló por un grupo de científicos liderados por el Dr. Hideyo Noguchi, que realizó varios experimentos, incluyendo aquellos con humanos, para encontrar una vacuna que pudiera prevenir y curar la fiebre amarilla. Solo al finalizar la etapa de experimentación liderada por Noguchi, el Dr. William C. Connor puso en marcha una campaña sanitaria centrada en el control del mosquito vector. Aunque en ciertos sectores se consideró que esta estrategia lograría erradicar la enfermedad, en la práctica lo que se alcanzó fue la reducción de la población del agente vectorial hasta umbrales mínimos de transmisión, lo que permitió mantener la fiebre amarilla bajo control epidemiológico, pero no eliminarla por completo.

Esto incluyó prácticas sin consentimiento, sobre soldados del ejército y civiles, para las primeras pruebas del suero que según los hallazgos científicos demostró ser eficaz en contra de la enfermedad. El segundo esfuerzo fue una campaña de saneamiento. El proceso de unos pocos meses logró bajar los índices de la enfermedad, pero no erradicarla del puerto.

Es importante mencionar que ambas historias, tanto aquella vinculada a la investigación biomédica como a la campaña sanitaria en 1918, han sido objeto de diferentes interpretaciones a lo largo del tiempo. En Ecuador, algunas de estas interpretaciones han estado influenciadas por un fuerte sesgo ideológico y han estado vinculadas a pensamientos políticos y médicos afines al modelo de la medicina capitalista.

La medicina capitalista es un término que se refiere a una visión de la medicina que se enfoca en el lucro económico y en la privatización. Esta visión se asocia con la creencia de que la salud debe ser un producto que se compra y se vende en el mercado, y que los servicios de salud deben ser proporcionados por empresas privadas que buscan obtener ganancias.

Históricamente, la vinculación de la medicina capitalista con la investigación en biomedicina se da en el contexto de cómo se financian y se llevan a cabo las investigaciones médicas. En el caso de la investigación biomédica, la medicina capitalista puede influir en la dirección de la investigación, favoreciendo la investigación de tratamientos para enfermedades que afectan a los países ricos en lugar de aquellas que son más comunes en los países en desarrollo.

En el contexto de Guayaquil, la vinculación entre la medicina capitalista y la investigación biomédica se puede interpretar en relación a la presencia de la Fundación Rockefeller en la ciudad en 1918. [...]

Conclusión

El texto sugiere que la intervención extranjera, específicamente de la Fundación Rockefeller, ha tenido un papel importante en la investigación biomédica y la salud pública en América Latina. Sin embargo, también indica que, en el pasado, la investigación biomédica no siempre respetó los derechos y la dignidad de los participantes en los estudios.

En cuanto a las implicaciones actuales de la intervención extranjera en la investigación biomédica y la salud pública en América Latina, es importante destacar que la región ha avanzado en la adopción de principios éticos en la investigación médica, como la Declaración de Helsinki.

La Fundación Rockefeller, al igual que otras organizaciones filantrópicas de la época, estuvo vinculada a los intereses de los Estados Unidos después de la Primera Guerra Mundial. En particular, se enfocó en la inversión para la investigación biomédica como una forma de mejorar la salud pública en la región y, por lo tanto, fortalecer la influencia de los Estados Unidos.

A modo de colofón, la intervención de la Fundación Rockefeller en la investigación biomédica en América Latina no estuvo desvinculada de los intereses económicos y políticos de los Estados Unidos en la región. Esto refleja un patrón más amplio de intervencionismo económico y político en América Latina, que ha llevado a la explotación de los recursos y los derechos humanos de la región.

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